Otra
vez lo mismo. En cada proyecto que emprendemos se repite la historia. Una idea,
simple, casi minimalista. “Podemos hacer ESTO”. Pero ese ESTO nunca termina siendo ESTO. A ese
ESTO se le van a terminar agregando muchos otros ESTOS.
Lo
hablamos siempre, con proyectos que vieron la luz y con otros tanto que se
truncaron. Sabemos que no podemos hacer superproducciones. Sabemos que sin
dinero la producciones que terminamos imaginando son poco menos que
inalcanzables. Pero igual nuestra imaginación no sabe de costos y tiene más
fuerza que el dinero. Entonces empieza a volar y desear cosas que ni el tiempo
ni la plata pueden obtener. Pero se
intentan igual. La mayoría de las veces estos vuelos imaginativos terminan
chocando o volviendo a la pista para hacer algo más alcanzable.
Mirá
que lo hablamos…No agreguemos cosas que nos dificulten la producción, no
salpimentemos por demás. Por más que sepamos que el producto final va a ser
superior es mejor hacer algo que podamos y no que esté limitando con la utopía.
Produzcamos algo factible, algo que sea más que digno y que podamos terminar.
Porque muchas veces esa exagerada condimentación ha desperdiciado buenos ideas
y ha desechado producciones que terminaron juntando polvo y debajo de ese polvo
quedó todo el tiempo invertido.
Pero
bueno. Siempre pierde. Todo este razonamiento criterioso y repetitivo siempre
cae derrotado por una utopía. Por suerte siempre hay una utopía a la cual
perseguir para nunca alcanzar. Es lo que nos mantiene en movimiento. Entonces
nos movimos. La nueva idea de Nacho que no quise matar nos llevó a un nuevo
camino. Más largo pero que lindo…
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