viernes, 24 de noviembre de 2017

El Poeta Loco, prueba sin error

El Poeta está siempre a mano. Los motivos son varios. Se puede decir que al ser un usuario de salud mental está cerca de El Gomecito. Pero lo que más lo acerca a participar es su talento. Sus fantasmas se empeñan constantemente por alejarlo de la mínima coherencia. Por suerte su arte se para de pecho y lo trae de vuelta al mundo donde él mejor se mueve. El mundo del arte, especialmente el de la poesía.
Por ese motivo, porque siempre está dispuesto a ayudarnos fue al primero que recurrimos para filmar el capítulo inicial. Saber que podíamos fallar nos dio libertad de movimientos para probar diferentes cosas. El poeta siempre va a a estar.
El Poeta Loco, como le gusta autollamarse, tiene un nombre de nacimiento por el cual nunca lo escuché ser nombrado. Hernán Rosatti es la burbuja que encierra al Poeta que está siempre con una aguja en la mano para escaparse a la realidad que más le guste. Esa aguja son sus poemas, sus textos que desde años que ya no recuerda vende en su barrio en forma de cuadernos.
Es muy prolífico. Creo que son todos sus dolores, demonios, tristezas y desamores los que lo inspiran principalmente. Pero también la música y los amigos.
Nos muestra los textos que trajo escritos de manera incomprensible para el que no sea un poeta loco. Los renglones imaginarios son oblicuos y sinuosos en el mar de arrugas que son sus hojas. Tachones y flechas que solo su lectura descifra.
Su don se revela apenas se empieza a grabar. Ese es su lugar. Le encanta la exposición, siente que su arte puede llegar a ser valorado. Es el momento en el que es uno más de la sociedad, y, tal vez, alguien un poco más importante. Siente que lo ven, con todo lo que eso implica a un tipo de persona que no se quiere mirar.
Vuela en la silla, brilla con las luces, bailan una hermosa melodía sus palabras. Y vuela. Vuela alegre aunque sepa que cuando el momento termine es probable que se estrelle.