miércoles, 26 de diciembre de 2018

Lisandro Murray, escribiendo en la montaña

Llegó con saco y pantalón de vestir grises. Claros los dos. El saco parecía tener hombreras y los pantalones dejaban ver un poco sus medias. Nos contó que es maestro y que le gusta viajar. Más la ruta que el destino, lo que puede conocer en el camino. También nos dijo que para poder estar más liviano en su viaje anda sin celular, sin email y sin redes sociales, nada que lo ate, nada que lo distraiga de su contacto con la naturaleza y con las personas en vivo y en directo.
¿Pero entonces cómo llegamos a él? Por Adrián Abonizio. Adrián nos hizo la sugerencia y casi sin que pudiéramos negarnos le dijo a Lisandro que viniera a grabar. Se lo cruzó y le dijo que lo esperábamos a las 20 horas. Claro, luego era difícil suspenderle o cambiarle de día porque no teníamos como comunicarnos. Pobre Lisandro que tuvo que enfrentarse a dos baterías bajas que hacían que el tiempo deba usarse más rápido que de costumbre.
Vino armado con un libro suyo. Pero un libro de un cuento. Largo para ser el cuento que necesitábamos y corto para ser un libro. Generalmente tratamos de que las narraciones tengan una duración máxima para que no se desarme el formato y para que nuestra edición no desarme el texto.
Comenzó a leer. Por suerte Lisandro se adaptó a nuestro requerimiento y aceleró su lengua. Y su gesticulación. Y su entusiasmo. Y en un rato nos tenía viajando con él. Y sin darnos cuenta nos había metido en su montaña de cera.

jueves, 20 de diciembre de 2018

Molly Moon, siguiendo a luna

Molly Moon cayó con la luna en una de las primeras noches templadas de la recién comenzada primavera . Llegó acompañada con Adrián Abonizio, quien nos la había recomendado. Cuando la vimos entendimos el por qué de la recomendación. Pelo de color fluorescente, anteojos grandes donde sus ojos resaltaban y brazos que se zarandeaban hipnóticamente mientras que sus pasos la hacían recorrer la oscuridad del salón. Iba a ser ideal para la cámara aunque tenga que estar sentada.
No conocíamos su literatura pero confiamos en el criterio de Abonizio. Se sentó y lo que habíamos imaginado fue real. La cámara alucinó con la primer palabra y quedó atrapada con la primera pitada de un cigarrillo encendido para mejorar la escenografía de su relato.
La noche acompañó, el aire acompañó, el clima acompañó para que seguir a Luna haya sido una experiencia diferente.