martes, 12 de junio de 2018

Dibujando las primeras rayas

Aquella primera idea cerradita, linda, amistosa, se abrió y se pintó de colores. Es que estaba demasiado cerrado, demasiado prolijo. Y por más que estaba más que "mirable" no nos convencía. No porque estuviese mal sino porque podía estar mucho mejor. Nos gustaba como habíamos logrado el material, pero le faltaba color.
Entonces se le ocurrió a Nacho lo de siempre...entrar en complicaciones para mejorar el producto final."Para mi le falta algo", me dijo. Cuando me dice eso en mi cabeza me imagino agarrándolo de los hombros y sacudiéndolo para que reaccione y no volvamos a entrar en la vorágine de siempre. Pero de mi boca solo salen palabras para no matar su nueva idea. Me hago cómplice inmediatamente porque sé, en el fondo, que vamos a tener una producción mucho mejor, aunque nos lleve más tiempo y más sacrificio, y más tiempo, y más movimiento, y más tiempo, y más gente a involucrar, y más tiempo, y más gente a esperar, y más tiempo.
Uno de sus viejos contactos, de otras ideas, de otros proyectos, fue al primero que se consultó. Un llamado a Diego Fiorucci, dibujante, perteneciente a la Escuela de dibujo Barocelli. La idea le gustó de entrada, pero tuvo su reparo, el mismo que el nuestro, el maldito tiempo. Le ofrecemos participar de un proyecto que lo único que le puede ofrecer es otra forma de mostrar su trabajo. Claro que no es menor y él así lo entendió pero desgraciadamente se necesita eso que se llama dinero para vivir. Por eso nuestro pedido queda envuelto en medio de otros trabajos.
Siempre dispuesto a participar Diego nos invitó a la escuela donde da clases a que le hagamos la misma propuesta que le hiciéramos a él a algunos de los alumnos de la institución...

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